Parece que la crisis sanitaria de estos últimos años ha despertado el interés por la historia de las epidemias, quizá para comprender cómo se ha enfrentado la sociedad al azote de las enfermedades en el pasado. La Peste Negra suele ser la primera gran epidemia que viene a la cabeza, en concreto la terrible oleada de 1348-50. Muchos medios de divulgación histórica se han hecho eco de esto, publicando monográficos sobre la peste (como el número 36 de la Revista de Historia, por ejemplo, en el que publiqué un artículo). Incluso las revistas académicas se han sumado a este tema, me consta que la revista De Medio Aevo va a publicar un número dedicado a este tema. Como la Peste Negra es una parte importante de mi investigación, me ha parecido interesante tirar algunos falsos mitos sobre esta enfermedad que he visto repetidos hasta la saciedad.
El traje del médico de la peste no es medieval
Aunque esto es evidente para cualquier historiador, abunda la creencia de que el traje de médico de la peste, con su pico alargado lleno de paños aromáticos o impregnados en vinagre, es una invención medieval. Lo cierto es que el uso del traje de doctor de la peste fue impulsado por el médico Charles de Lorme durante la peste de 1628, casi trescientos años más tarde. El traje de médico de la peste, sin embargo, sí parte de una creencia muy extendida en la Edad Media: la idea de que la enfermedad se transmitía por el aire. Las sustancias olorosas pretendían impedir la entrada de este aire pernicioso en el cuerpo del médico. Lo que nos lleva al siguiente mito...
La Peste Negra no se transmite por el aire (normalmente)
La extremada virulencia de la enfermedad ha llevado a algunos a pensar que la Peste se transmitía por el aire. En realidad, la peste bubónica se transmite a través del caudal sanguíneo. Existe una excepción y es el caso de la peste neumónica, cuando la enfermedad afecta a los pulmones. En este caso, más que por el aire, la enfermedad puede pasar de una persona a otra a través de las gotitas emanadas al toser o estornudar, aunque esta variante no fue la más frecuente.
Las ratas no transmiten la Peste Negra
Es cierto que la peste bubónica es una enfermedad propia de las ratas, que se ceba con estos roedores antes de propagarse entre los seres humanos y otros animales. Sin embargo, las ratas no contagian la epidemia, ni a través de su mordedura ni al tocar su pelaje o convivir con ellas. Lo que transmite en realidad la enfermedad es la pulga de la rata, que no puede digerir bien la sangre infectada con el bacilo que provoca la peste.
Los apestados tenían bubones por todo el cuerpo
Los enfermos de peste aparecen a menudo en las películas con el cuerpo lleno de bultos o manchas. En realidad, estas protuberancias o bubones tan característicos de la peste salen solo en las zonas del sistema linfático, especialmente en las axilas, las ingles y el cuello. A veces se podían producir roturas de capilares que provocaban pequeñas manchitas pero en zonas muy localizadas. Es posible que este malentendido proceda de algunas piezas artísticas que muestran a los enfermos llenos de llagas. Este recurso se podía usar para exagerar la enfermedad pero, más frecuentemente, representa otro tipo de afecciones como la lepra.
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